18 de junio de 2011

NÁCAR

Querido Dockers:
Siempre habías sido un gran explorador.
Vivías en aquel cubículo, rodeado de caracolas y conchas brillantes de distintas formas.
Aunque a veces tenías comportamientos extraños, eras muy elegante.
Un día te adentraste en aquel laberinto enroscado, atraído por el susurro de la caracola. Como si te llamaran las sirenas de Ulises en la Odisea.
¿Quién te iba a decir que aquel caparazón de nácar se iba a convertir en tu sepulcro?




Y no murió por culpa de su dueño. Cayó en la trampa de la caracola

1 comentario:

  1. Me gusta mucho lo que escribes y tu blog, es genial encontrar a alguien interesado por las palabras en este mundo extraño llamado internet

    Un beso

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